La primera aportación innovadora que surgió en
Latinoamérica para la teoría de la comunicación y
que vinculó el sentido de la comunicación con la generación de un lenguaje
capaz de nombrar el mundo propio fue la que hizo Paulo Freire hablando de la
palabra generadora que la define como aquella en que, a la vez que se activa el
espesor de significaciones sedimentadas, se hace posible la generación de
nuevos sentidos desde los que reinventamos el presente y construimos el futuro.
En cambio Barbero, habla de un concepto al cual lo
denomina mediación que se piensa en el lenguaje y la acción como formas de
estar en el mundo y de interacción entre los hombres.
Barbero también piensa la comunicación desde la
cultura; esto lo hace en 3 niveles: Objetivación, Auto implicación y
Comunicación;
También planteó que comprender la comunicación
implicaba investigar no sólo las características del dominador si no también
todo aquello en que el dominado trabajaba a favor del dominador.
Junto a esta idea de dominado-dominador, Freire se
referirá a una cultura del silencio al conjunto de pautas de acción y esquemas
del pensamiento que conformaron la mentalidad y el comportamiento de los
latinoamericanos desde la conquista. Esto se puede resumir en la siguiente
frase “Casi siempre impedidos de crecer, impedidos de hablar; La única voz que
se podía escuchar en el silencio a que se nos sometió, era la voz del púlpito”.
Esta frase hace referencia a un proceso de
enculturación mediante el cual la cultura de la minoría dominante fue propuesta
como modelo a la mayoría dominada.
La cultura escolar prolonga la cultura del silencio.
Asfixiada o domesticada la palabra del pueblo, la palabra pública, sigue siendo
marginal o es hecha funcional.
Todo esto se trata de un proceso de incomunicación
que viene desde hace un largo tiempo y por lo visto sigue presente en las
escuelas.
Este proceso se dió en las elites intelectuales,
que excluyen a las personas con distinto habla; incomunicación de unas
vanguardias separadas del pueblo. Por esto, la minoría, las personas excluídas
entran en una frustración que impide hablar, decir su propio pensamiento y
decirse a si mismo. Las estructuras de dominación son múltiples, pero tal vez
la más onda es el conjunto de mecanismos que obligan al oprimido a hablar el
lenguaje del opresor.
Desde una nueva educación, donde se varolize mas la
palabra del otro, la cultura del silencio desaparecerá, mientras tanto, en la
escuela donde allá sumisión y humillación, esta cultura seguirá intacta.
En contraposición a la incomunicación, aparece la
puerta de la comunicación que nos abre Paulo Freire que es básicamente a su
estructura dialógica. Él explica que hay comunicación cuando el lenguaje da
forma a la conflictiva experiencia del convivir.
La estructura dialógica se halla tanto en pensar el
lenguaje como mediación; esto quiere decir pensar al lenguaje a la vez hecho de
signos y peñado de símbolos.
A su vez hay distintas tipologías de símbolos : se
hace una distinción símbolo donde entra el matemático o lógico(es el efecto una convención) y el símbolo primario (es la fuente de una convención, matriz de las relaciones
que sustentas la sociabilidad humana y por tanto de las convenciones mismas) ; Luego se habla de una segunda distinción
(formación simbólica) que puede ser sedimentada ( hecha de restos de símbolos),
actuante (obre el tejido social de un grupo al que da
forma a través de pactos) y prospectiva (En la que estalla el juego de los símbolos en uso para dar
lugar a otros).
En conclusión, con todo lo tratado en este texto,
llegamos a la conclusión de que el lenguaje no solamente se va a transmitir con
la palabra, sino a través de los símbolos.
Como futuras docentes, tenemos que tener conciencia
de que no exista una cultura del silencio, una lengua sin pueblo, una
incomunicación. Tenemos que promulgar la comunicación entre pares, donde todos
sean escuchados, donde todos pueden expresar sus ideas, sentimientos, etc. sin
problema;
Aunque muchas docentes en la actualidad no lo hacen
y siguen con esa actitud de dominador-dominado, donde los alumnos no son escuchados,
donde un poco mas les prohíben hablar.
Esto mismo lo pudimos observar en un 5to grado,
donde la maestra no dejaba hablar a los alumnos; el único momento en que ellos
podían conversar y relacionarse en clase, era cuando la docente les hacia la
puesta en común de las tareas realizadas; Hay una marcada relación dominador
(docente) – dominado (alumnos).
Vale la pena detallar, que esto fue detectado ni
bien entramos a ese curso; notamos una maestra demasiado autoritaria, donde su
rol estaba firmemente marcado y donde no había lugar a la libre expresión.